LA ISLA. Encuentros 72-22

Una manta de escombros de una vivienda de 1972 nos dice que hace 50 años vivíamos de otra manera, que cambiamos. Escombros que guardan tierra, roca y base para lo que nace hoy. Nace un bosque, con sus claros, que guarda seres, guarda luz, guarda memoria y guarda aquellas cosas que seguramente ya no utilizaremos.

Esta isla, son escombros de lo que fuimos y un nuevo bosque que Amaia Molinet, Miren Doiz, Iosu Zapata, Fermín Jimenez Landa y Leire Urbeltz van a ayudar a poblar con presente y futuro.

Se trata de una intervención artística colaborativa dentro del aniversario de los Encuentros de Pamplona realizados en el año 72. En esta ocasión, a ráiz de su 50 aniversario es el Gobierno de Navarra quien a través de la Fundación Baluarte se encarga de organizar el evento. Dentro de estos nuevos encuentros, la comisaria Alexandra Baurès contacta a una serie de artistas locales y a Orekari estudio para la realización de una exposición colectiva en la calle con el título ISLA, la cual gira entorno a la idea de futuro. Nuestro trabajo consiste en crear la base de esa exposición, la cual será intervenida por el resto de artistas invitadas.

Materialidad Por un lado, el uso de escombros de una vivienda de los años 70 como base de la intervención (material/conocimiento pasado) sobre la cual surgen elementos verticales de madera (material/conocimiento nuevo) tiene el objetivo de generar varias preguntas. ¿Debemos destruir para construir algo nuevo? ¿El futuro se construye sobre las ruinas de lo que fué? ¿Cuál es el coste de lo nuevo? ¿Podemos crear a partir de algo viejo algo con futuro?

Espacialidad La intervención, por otro lado, se sitúa en el Paseo Sarasate, un espacio urbano tipo boulevard en el cual el flujo principal es el longitudinal. La intervenión crea una isla la cual hay que rodear para poder cruzar el espacio. Sobre ella los paneles verticales de madera situados paralelos a este flujo principal generan una sensación de permeabilidad, convirtiéndose en casi invisibles desde lejos, como una lejana isla escondida por la bruma. Solo al acercarse y rodear la isla se empiezan a ver los planos de los paneles. Mediante el andar se rompe esa permeabilidad y se combierte en un paisaje totalmente opaco. De esta manera, por fín, se puede vislumbrar la intervención de los artistas.